Víctima o Creador
En muchos cuentos y novelas podemos localizar fácilmente quien es la víctima. Y en la vida real también. Por lo general, las víctimas se caracterizan porque son las más queridas, sufren por varias circunstancias y parece que siempre hay algo o alguien que se interpone en su camino para que puedan ser felices. Muchas veces los seres humanos jugamos el papel de víctimas porque es lo que nos enseñaron o aprendimos a ser, quizás porque vivimos con alguien que era así, y simplemente hoy repetimos esos mismos comportamientos.
En realidad, no es que este “mal” ser víctima, porque esta actitud a final de cuentas es simplemente un recurso que tenemos porque es lo que mejor que sabemos hacer hasta ahora para enfrentar y resolver la vida. Sin embargo, los resultados de ser víctima no son muy alentadores, pues por lo general las víctimas, como hemos mencionado, no son muy felices que digamos, ni se sienten muy realizadas, sufren mucho y, por lo general, se sienten constantemente confundidas e incomprendidas.
A pesar de los resultados y la vida gris de las víctimas, muchas de ellas no desean ni quieren sentirse responsables por sus vidas ni por su felicidad porque, a final de cuentas, ser víctima es super cómodo, no exige mucho, pues siempre habrá algo o alguien a quien hacer responsable o echarle la culpa, y hay tanta abundancia de pretextos que ni siquiera hay que gastar creatividad para inventarlos.
Es por eso que hay muchas víctimas que no reconocen que lo son, porque el hacerlo les exigiría un fuerte cambio, el cual consistiría en empezar a hacerse creadoras y vencer muchos impedimentos y obstáculos que requieren de trabajo, creatividad y mucha intención por avanzar. Tendrían que empezar a derribar muchos pretextos y dejar, entre otras cosas, de ser dependientes, lo cual es todo un cambio interior a lo que no todos están dispuestos.
Sin embargo, ser responsables y creadores de nuestra propia realidad y felicidad tiene en verdad sus grandes tesoros. De seguro no es el camino más sencillo, cierto, pero sus recompensas valen la pena el riesgo y hasta el atrevimiento. A la larga, el creador es quien más tesoros tiene, es el que más se conoce y, por ende, el que más confianza, habilidades y capacidades desarrolla. El creador es quien es capaz de despertar capacidades extraordinarias de sí mismo; es libre, fuerte e independiente emocional y económicamente, y se goza con sabores de la vida más profundos y poco comunes.
Hablar de la “suerte” del creador quizá sea difícil de explicar cuando no se ha probado. Sin embargo, la aventura de dejar de ser víctima para ser creador, al parecer vale la pena.
Para empezar a ser creador, es necesario detectar dónde nos estamos sintiendo víctimas de las circunstancias, para entonces poder empezar a fortalecer esta condición.
Una víctima por lo general tiene estas actitudes:
- Su forma de expresarse es con frases como: “Me hizo” “Por su culpa” “Mira como me trata” “No me deja” “Es que no se puede” “Es que no tengo” “Es que nadie me ayuda, me da, me considera, etc.”.
- Una víctima suele condicionar su afecto: “Si no haces lo que “digo”, entonces “no eres digno de mi aprobación”.
- Una víctima por lo general cree que su suerte se debe: a su karma, su signo zodiacal, a su destino, a “su cruz”, a las decisiones del gobierno, a la posición de las estrellas, a que de pequeño su padre no lo apoyó, etc.,
- Una víctima por lo general se enfada muy seguido con todo y con todos, porque no se comportan a “como él considera que es lo mejor”.
- Una víctima suele tener amigos que le dicen lo que espera escuchar (y no lo que necesita escuchar), amistades que, además, le fomentan sus debilidades con frases como “Tu estas “bien”, el otro es quien está “mal”.
- Una víctima suele ser presa de confusión muy seguido y de depresión o soledad.
- Una víctima se toma todo como “personal” y se siente agredida frecuentemente con comentarios o actitudes de los demás.
- Una víctima siente que es “muy especial” pero que nadie se fija en esto.
- Una víctima depende de sus amigos y de lo que hagan los demás para sentirse ya sea “bien” o “mal”.
- Una víctima es muy criticona, enjuicia mucho a los demás, vive comparando y dando su opinión.
Si tienes alguno o varios de estos “síntomas”, y deseas dejar de ser la víctima para comenzar una nueva vida, entonces tienes que empezar por dar estos pequeños pero grandiosos pasitos.
Aquí te damos tres pasos para empezar a convertir esta debilidad en fuerza creativa.
- Lo primero es cambiar de perspectiva: si sigues creyendo que alguien vendrá a hacerte feliz o que alguien te ha robado tu alegría o impedido que lo seas, entonces no avanzarás mucho. Así que tienes que empezar por hacerte responsable de tu felicidad, y comprender que todos hacen lo que pueden: tus padres, parejas, pololos, amigos, etc., han hecho lo que han podido y te han dado lo mejor de ellos, aunque no lo parezca. No les puedes exigir ni pedir más de lo que te quieren y pueden dar. Lo mejor es aceptar lo que te pueden dar con gratitud y luego, mirar hacia adelante y ver cómo puedes empezar a hacerte feliz. Entre más sepas hacerte feliz, más experiencias plenas podrás compartir con los demás, y menos dependiente serás de todo lo demás. El primer paso consiste, entonces, en dejar de quejarse y culpar a quien sea por tu vida, y decidir que desde ahora harás todo lo que sea necesario para realizar lo que verdaderamente quieres.
- El siguiente paso consiste en aceptarte así como eres, y dejar de enjuiciarte, porque cada vez que te enjuicias, te conviertes en un enemigo de tu persona. En lugar de enjuiciarte, criticarte o sentirte “poco”, necesitas verte con mucha objetividad, encontrar tus debilidades y tus puntos fuertes, y empezar a actuar a partir de ahí.
- Y el tercer punto, consiste en tener confianza y respeto por ti, no ponerte en situaciones que no te hacen sentir bien o que no te gustan, y empezar a crear imágenes de ti y de tu vida que te gusten y admires, y darte ánimos para empezar a llevarlas a cabo. Todo esto empezará a demandar esfuerzo de parte tuya y una nueva actitud para contigo y los demás, pero no pierdas de vista lo que amas, empéñate en dejar atrás las dependencias y las justificaciones, y descubrirás con sorpresa poco a poco cuan fuerte y creativo eres.
¿De qué te sirve estar en este estado?
¿Cómo reacciona tu entorno cuando tú estás así?
¿Puedes darte cuenta de qué te pasa y para qué te sirve el estado de víctima?
¿Qué te gustaría hacer diferente?

